REFLEXIONES

Noviembre 19 de 2023 Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo A.

Saludo fraterno, familia y amigos.

 

Nos acercamos al final de este año litúrgico. El Evangelio de este domingo contiene un hilo conductor con el del domingo anterior en el tema de la vigilancia, estar despiertos, preparados, y continuará con el del próximo domingo también.

Este texto de hoy es conocido como la “Parábola de los talentos”, donde un hombre que se ausenta se los confía a sus empleados, “según su capacidad”. Los dos primeros produjeron lo mismo, no en número sino en proporción, es decir, cada uno produjo el ciento por ciento (100%): el que recibió cinco le presentó otros cinco, el que recibió dos le presentó también otros dos. Estos dos siervos trabajaron al tope de su capacidad. Cada uno es llamado “siervo fiel y cumplidor” y son invitados a pasar al banquete de su señor. ¿Recordamos lo que implica un banquete en la mentalidad bíblica?

 

El último, se presenta como un siervo que:

  • cree conocer a su señor,
  • lo tilda de exigente,
  • que “siega donde no siembra y recoge donde no esparce”
  • tuvo miedo
  • escondió el talento bajo tierra.

 

Su señor a su vez

  • lo llama, negligente: Descuidado, falto de aplicación.
  • Holgazán: Vagabundo y ocioso, que no quiere trabajar.
  • Inútil: Que no produce ningún provecho, servicio o beneficio.
  • Le recrimina el ni siquiera haber puesto ese talento en el banco para, a su regreso, recobrar su dinero con los intereses.
  • Ordena que le quiten su talento
  • y lo echen fuera, a las tinieblas.

 

Dios nos ha hecho la cumbre de su obra, pero no solamente eso, nos ha hecho responsables en la continuación y perfeccionamiento de su creación y responsables también de nosotros mismos y de nuestros hermanos. Para ello nos ha dado talentos, muchísimos; capacidades que cada uno debemos no solo discernir, sino también hacer fructificar en la obra de Dios que no es sólo su creación, nosotros mismos, los demás seres humanos, sino su Reino también.  

 

La tarea puede parecer gigantesca, pero los talentos también han sido muchísimos y lo importante es el trabajar de acuerdo a nuestras capacidades, pero dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, cada día; allí el tema nuevamente de la vigilancia cristiana que continuará de manera conclusiva el próximo domingo. Los talentos son diversos: la vida, la fe y todo su contenido y lo que implica en la vida del creyente, la esperanza, el amor, la inteligencia, la voluntad, el trabajo, la libertad, la disciplina, la capacidad de ser mejores, de servir, la creatividad, la comunicación y muchos más.

 

Es tarea nuestra discernir todos los talentos que nuestro Dios y Señor ha puesto en nuestras manos y esforzarnos en el darnos a la tarea por producir más frutos para su Reino en medio del mundo, en bien propio, de nuestros hermanos y la creación. Dos puntos que considero fundamentales en este discernimiento:

 

  1. En ese esfuerzo por producir frutos ó ese trabajar por producir más talentos, no tengamos miedo como el que recibió un talento; es el gran enemigo en nuestras vidas. Jesús nos dice varias veces en el Evangelio, “No teman”, “¿Por qué tenían miedo, aún no tienen fe?”. Muchas veces sentimos miedo, nos paraliza, nos dice que no lo lograremos, que no será posible; ante esas sombras y fantasmas salgamos con la fe en Nuestro Señor Jesucristo, Vivo y Resucitado, y el miedo se marchará acobardado.

 

  1. Algo que pasa a veces desapercibido es parte del hermoso discurso de Jesús: “Ya no los llamo siervos, porque el sirviente no sabe lo que hace su señor. A ustedes los he llamado amigos porque les he dado a conocer todo lo que escuché a mi Padre”. Juan 15, 15. Siiiii, Jesús ya no nos llama siervos, ni sirvientes, nooo, nos llama amigos. Él nos eligió. Él nos amó primero. Y Dios nuestro Padre en su Hijo Jesucristo nos ha hecho hijos suyos, tampoco nos llama siervos, ni sirvientes, nos llama sus hijos amados, para siempre. Hijos de Dios, libres y amados para siempre.

 

Que estas dos realidades nos animen cada vez más a vivir con una confianza creciente en el amor de Dios para trabajar por Él con todos los dones que ha puesto en nuestras manos, con todo nuestro esfuerzo, por las realidades que verdaderamente sacian el corazón, que son eternas, que nos resucitarán para siempre al ser invitados por Dios a pasar al banquete eterno de la vida y del amor. Amén. 

Miguel Angel Cortes