REFLEXIONES
Julio 27 de 2025 XVII Domingo Ordinario Ciclo C
Lecturas del día
- Génesis 18, 20-32.
- Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 6-7ab. 7c-8.
- Colonsenses 2, 12-14.
- Lucas 11, 1-13.
Saludo fraterno, familia y amigos.
¡A veces es tan difícil amar! Las lecturas de este domingo nos hablan del amor de Dios por la humanidad a pesar de nuestro pecado, nuestros errores, nuestra maldad, de todo lo cual Él mismo nos ha salvado.
En la 1ª. lectura aparece la imagen de la solidaridad humana en sentido positivo: la justicia de unos pocos podría salvar la ciudad de ser aniquilada. Es una hermosísima e insistente oración de intercesión que hace Abrahám ante Dios por la inminente destrucción de la ciudad a causa de su pecado. Dios perdona, su justicia está atravesada por su misericordia.
La 2ª. lectura es también una hermosísima descripción del misterio de la salvación: la realidad que nos acusaba y condenaba fue destruída por el mismo Dios en la cruz de su Hijo; por amor destruyó el poder del pecado y de la muerte para rescatar a la creatura, la humanidad, sus hijos. Pero no solamente eso, sino que nos ha unido a esa victoria por el bautismo, insertándonos en el misterio mismo de la redención obrada por Cristo. Por ello la llamada a caminar en una vida nueva, una renuncia a las obras de la carne para comprometernos y esforzarnos por una vida en el Espíritu.
En el Evangelio Jesús nos regala no un método, sino el modelo de oración por excelencia para sus discípulos y nos recuerda que Dios es ante todo Padre. En esa oración, conocida por demás como el “Padre nuestro”, esta comprendida toda la existencia del hombre, no solamente a nivel físico sino también en esa relación de amor con Dios como Padre y modelo también para nuestra relación con los demás, en donde sabemos lo esencial que es el perdón.
Dios nos conoce a cada uno más que nosotros mismos y por encima de esa realidad nos ha amado y nos ama eternamente. También Jesús nos ha recordado, a la cara, nos ha dicho que si nosotros, siendo malos, damos cosas buenas a nuestros hijos, “¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” ¡Cuánto amor!
Escuché alguna vez: Nuestro arrepentimiento al final de nuestra vida estará reducido a una sola pregunta: ¿Por qué no amé más? Dios es Padre, nos ama, camina con nosotros en su Hijo Jesucristo y quiere regalarnos sus dones, en ellos por excelencia, el don de su Espíritu Santo. Jesús nos invita a pedir, buscar y llamar a la puerta. Es necesario poner a los pies de Dios Padre, nuestra pequeñez, confiar en su indulgencia, reafirmar nuestra esperanza en la humanidad y esperar sólo en el amor de Dios, en su salvación. Amén.
* * * * * * * * * * * *
Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.