REFLEXIONES

Diciembre 10 de 2023 Domingo II del Tiempo de Adviento Ciclo B.

Saludo fraterno, familia y amigos.

“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen”. (Is 40, 1-2)

 

Hemos comentado que el tiempo del Adviento es un tiempo de profundo gozo y alegría por los anuncios llenos de esperanza que Dios hace a la humanidad, que Dios hace a cada corazón, a cada hombre, por su propio nombre. Son anuncios tan profundos que solamente en el silencio de la soledad, la oración ó el dolor se contempla un poco más profunda y realmente lo que significan.

 

Podemos releer estas dos líneas iniciales del profeta: Consuelen, háblenle al corazón de cada hombre, su tiempo de servidumbre terminó, su crimen ha sido cancelado. ¿No son acaso hermosas palabras que nos dan un horizonte inagotable de esperanza? ¿Pensar que nuestros crímenes ante Dios, nuestros pecados están pagos? El destierro para el pueblo terminaba y venía una época de regreso, alegría y regocijo por precisamente el consuelo de Dios en medio de la historia de su pueblo.

 

Así como el pueblo experimentó en el desierto tantas realidades adversas para la existencia humana, así como sintió el oprobio por el destierro y una vida en tierra extranjera, también nosotros podemos experimentar situaciones así: la aridez de la vida, la sed de sentido, la sed de respuestas a profundos interrogantes que cada uno de nosotros tenemos, la tentación de abandonarlo todo, incluso a Dios mismo, la sensación de no pertenecer a ningún lugar o realidad humana, un tratar de mantenerme a flote en medio del mar sin otra luz que las estrellas. Es allí donde Dios lanza este hermoso anuncio no sólo de consuelo, sino de profunda esperanza y renovada salvación para cada uno de nosotros.

 

¿Esa salvación ya se cumplió? No lo dudes, sí. Se da ese anuncio, Dios invita al hombre a preparar el camino, la conversión a una conducta conforme a su voluntad, ya llega su salvación. Juan el Bautista fue identificado como esa voz que grita en el desierto el anuncio definitivo de la salvación de Dios que se hace presente. La salvación anunciada, se cumplió, se sigue cumpliendo y seguirá de manera inexorable hasta el fin de cada vida humana.

 

También hemos comentado la hermosa imagen del Pastor y las ovejas, que refleja el amor y la misericordia de Dios por el hombre. Pues bien, así termina este texto del profeta. Es Dios que se hace presencia real, práctica, en la vida del hombre, cada uno; ese consuelo, esa alegría, el pecado es cosa del pasado y se abre la gozosa experiencia de una vida plena en la salvación que se obra por la venida de Dios a su pueblo, que es su Hijo Jesucristo, el anunciado.

 

Releamos y contemplemos la conclusión del texto del profeta:

“Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo.

El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como un pastor apacienta el rebaño, llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres’’ (Is 40, 10-11).

 

Continuemos avanzando en este caminar del Adviento, abriendo nuestro corazón a los anuncios que Dios mismo nos hace y preparando sus senderos, así contemplaremos y experimentaremos la salvación que nos anuncia. Amén.

 

 

Miguel Angel Cortes