REFLEXIONES

Diciembre 25 de 2023 Tiempo de Adviento Ciclo B.

Saludo fraterno, familia y amigos.

¡Feliz Navidad!

Celebramos hoy uno de los ejes de todo el año litúrgico en nuestra fe; el otro es la Pascua. La Navidad, que no es solamente el 25 sino que va desde las vísperas de Navidad, en el anochecer del 24, hasta la fiesta del Bautismo del Señor. Tenemos, pues, las siguientes celebraciones:

 

  1. Navidad (25 de diciembre) con su vigilia,
  2. la fiesta de la Sagrada Familia (domingo infraoctava de Navidad),
  3. la solemnidad de Santa María Madre de Dios (1 de enero),
  4. la fiesta de la Epifanía del Señor (6 de enero) el domingo segundo después de Navidad,
  5. y la fiesta del Bautismo del Señor (generalmente el domingo siguiente al 6 de enero).

 

Todas estas fiestas conmemoran acontecimientos que revelan aspectos de un mismo misterio: la encarnación del Señor y su manifestación a los hombres.

 

Es la Navidad, una solemnidad de profunda alegría, una fiesta de regocijo por la experiencia de la salvación que Dios cumple y revela en su Hijo Jesucristo. Toda la grandeza del imperio romano termina en un humilde pesebre donde reposa un niño, que “se nos ha dado”, es decir, don, el regalo por excelencia de Dios a la humanidad. Un niño que es “Salvador”, “Mesías”, “Señor”.

 

La humanidad, sumergida en la miseria del pecado, perdida en las tinieblas del orgullo y el egoísmo, le es dada la esperanza definitiva de la salvación en el Salvador que nace, el Mesías esperado por el pueblo de Israel, anunciado a todos los pueblos y Señor no solamente del universo sino también en la vida del cristiano.

 

El amor incontenible de Dios se ha abajado a la profundidad de nuestra miseria en el niño que nace y se nos revela la luz que salva a todo aquel que abre humildemente su corazón a Dios y su amor. Esta presencia salvadora es también la invitación a llevar una vida que sea también salvación en medio de las circunstancias de la historia.

 

Dios no se desentendió del hombre caído en el pecado, ni del mundo, ni de la historia. Tampoco nosotros podemos desentendernos del mundo, ni de su historia, ni de sus circunstancias; somos llamados por este anuncio a una vida que sea también semilla de salvación en medio de la historia y circunstancias que vivamos en este mundo.

 

Podemos preguntarnos qué tan comprometidos estamos con las circunstancias históricas que vivimos para sembrar en medio de ella la salvación que Dios nos regala. ¿Seguimos los parámetros y dictámenes del mundo, o buscamos seguir esa Buena Noticia que se nos anuncia, el Evangelio de Cristo, para mi salvación, de la humanidad y de la historia misma?

 

Pidamos al Señor la gracia de poder analizar, reflexionar más y más nuestra fe para comprender un poco más la profundidad de su amor y que humildemente crezcamos en la disposición de aceptar y responder al inmenso regalo que nos ofrece en su Hijo Jesucristo. Amén.

 

 * * * * * * * * * * * *

 

Miguel Angel Cortes