REFLEXIONES
Septiembre 24 de 2023 Domingo XXV del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo A.
Saludo fraterno, familia y amigos.
Muchas veces desde nuestra mirada de “fe” hemos escuchado o quizás también lanzado “acusaciones” en contra del actuar de Dios, según nosotros. Es decir, caemos en la tentación de cuestionar:
- ¿Por qué Dios no actúa?
- ¿Por qué Dios permite esto?
- ¿Dónde está Dios que no salvó a esta persona?
- ¿Por qué Dios permite tanto mal en el mundo?
- ¿Por qué Dios permite que tanta gente haga el mal?
Son preguntas válidas en el camino de profundización y maduración de la fe. Sin embargo, el problema es que la inmensa mayoría de las veces, el camino cómodo y fácil es quedarme cuestionando a Dios, pero en últimas, es una excusa para evadir un compromiso con Él, con su Hijo Jesucristo, con el Evangelio en la vida cotidiana.
En la primera lectura de este domingo tenemos el hermoso texto del profeta Isaías, que nos plantea dos momentos para la vida del ser humano, ó del creyente:
- La búsqueda de Dios, regresar a Él; es decir, un camino de conversión en un seguimiento sincero, auténtico de Dios; porque sólo el hombre que está abierto a Él podrá esperar, experimentar, contemplar, la salvación de Dios en la propia historia.
- El experimentar la infinita misericordia de Dios que no tiene límites frente a la pobreza y miseria por el pecado del hombre; misericordia que es salvación, redención, restauración, plenitud, eternidad.
Pero en este proceso debemos profundizar, contemplar, creer en el anuncio hermoso de Dios por medio del profeta:
“Mis planes no son sus planes, sus caminos no son mis caminos.
Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los suyos,
mis planes que sus planes”. Isaías 58, 8-9.
Entiendo este texto, hoy, como la justicia de Dios que es absolutamente trascendente a la justicia de mis microscópicos pensamientos y visiones dentro del contexto de lo humano y de la historia. Nosotros pensamos en una justicia y salvación según nuestros pobres parámetros, pero esos no son los parámetros de Dios, que son infinitamente más altos, más profundos, más allá del tiempo, eternos.
Jesús, en esta parábola desenmascara una actitud mezquina y envidiosa de los trabajadores de la primera hora contrastándola con la bondad y generosidad del Dueño de la viña, que quiere dar también a los otros la misma medida.
El tema en el Reino de Dios no es de méritos, recompensas, leyes inertes; sino de bondad divina, gracia, misericordia, Evangelio. Frente al anuncio de la misericordia, bondad y salvación de Dios se espera ese “ponernos en camino”, en una respuesta agradecida y gozosa, a esa gracia y acción salvadora de Dios que va infinitamente más allá de nuestros pequeños y pobres pensamientos sobre justicia y salvación. Siempre necesitaremos el escuchar, meditar, contemplar, la Palabra de Dios, su Evangelio, y dar un silencioso y profundo “Si”, “Creo”, a la voluntad insospechada de Dios, que efectivamente nos salva más allá de cualquier cálculo humano y material. Amén.
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Miguel Angel Cortes