REFLEXIONES

Enero 21 de 2024 Domingo III del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Considero el libro del profeta Jonás unas de las páginas más hermosas de la Sagrada Escritura. ¡Son apenas tres capítulos en los que Dios nos revela tantas enseñanzas y tanto de sí mismo! Su llamada irresistible, su paciencia con el profeta rebelde que se resiste a anunciar el mensaje de Dios porque los destinatarios no son de su propio pueblo; el profeta que se siente fracasado porque Dios no cumple su promesa de destruir la ciudad; pero en últimas, el profeta con mayor “éxito” porque la ciudad inmensa cambió su manera de vivir a partir de su predicación de la palabra que Dios les envió: su misericordia por todos los hombres. ¡En fin, tantos aspectos para meditar y orar con el profeta Jonás!

 

En el Evangelio de hoy tenemos una predicación medular del inicio del ministerio público de Jesús. Básicamente estos elementos:

 

  1. El tiempo se ha cumplido.
  2. El Reino de Dios está cerca.
  3. Conviértanse.
  4. …y crean en la Buena Noticia.
  5. La llamada de los cuatro primeros discípulos.
  6. Dejaron las redes, a su padre con los jornaleros.
  7. …y se marcharon con Él.

 

No es el espacio para profundizar y orar con cada uno de estos puntos mencionados. Lo haremos en algún retiro espiritual. Solamente presentarles lo siguiente: Me gusta imaginar el caminar de Jesús en medio de todo su contexto familiar, social, geográfico, político, económico, etc., anunciando el Reino de Dios, ocupando toda su vida, pensamiento, alma, fuerzas y corazón en esta misión a la cual había sido enviado.

 

En varios momentos los discípulos escucharon a este hombre, sencillo, de la comarca, Jesús de Nazareth, veían en Él algo distinto al mundo que habían conocido hasta ahora; sus palabras llevaban fuego a su corazón, sus palabras les daban el sentido profundo para vivir que sus corazones estaban preguntando y esperando por años. Sus palabras colmaban su corazón de vida, alegría, esperanza, plenitud; una nueva y verdadera vida.

 

Un día, Jesús pasó no solamente por su corazón, por su vida, sino también por su lado y les dijo: “Vengan conmigo y ayúdenme a salvar almas”, ayúdenme a sacar hombres del mar (signo del lugar donde habitaba todo lo malo), vengan conmigo, ayúdenme a anunciar el amor y la misericordia de mi Padre celestial por la humanidad, ayúdenme a anunciar la salvación. No sabemos cuántas veces estos sencillos pescadores escucharon a Jesús, pero después de escucharlo, Jesús pasó, los llamó y ellos dejando todo lo que tenían (incluso lo que los identificaba y les daba un lugar en la sociedad), lo siguieron. Las palabras que escucharon tenían tanto poder por el amor, que fue una llamada irresistible, como Jonás. Allí comenzó una aventura que no ha terminado, una llamada que sigue resonando en medio del mundo incluso para cada uno de nosotros, la aventura de la fe. Llamados también a dejarlo todo e ir en pos del Maestro y de su Reino.

 

San Pablo nos indica en la segunda lectura que todo es relativo, todo pasa, el mundo termina, solo el Reino de Dios es el Absoluto; solo el amor, la misericordia y el perdón de Dios son las realidades verdaderas para el hombre y su sediento corazón.

 

También Jesús seguirá pasando por nuestra vida, nos seguirá anunciando que ya es tiempo, lo pasado terminó, la deuda por nuestro pecado está saldada, Él la ha cancelado y nos llama también a seguirlo. Dejarlo todo por su Reino, su amor, su misericordia y salvación por la humanidad. Danos tu gracia Señor; escucharte, reconocerte, dejarlo todo, seguirte hasta dar la vida por ti, ¡como tus Apóstoles! Amén. 

 

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Miguel Angel Cortes