REFLEXIONES
Marzo 3 de 2024 III Domingo de Cuaresma Ciclo B
Saludo fraterno, familia y amigos.
Para nuestra reflexión tomamos las lecturas correspondientes al Ciclo B, en el cual estamos, y la primera opción del Evangelio que nos presenta la liturgia de la Iglesia para este tercer domingo de cuaresma, es decir, San Juan 2, 13-25.
La redacción del Decálogo que nos presenta la primera lectura hace un especial énfasis en un Dios que ha acompañado a su pueblo en la historia, que lo ha salvado sacándolo de situaciones indignas del hombre y presenta a un Dios celoso, que castiga la infidelidad y aparece también la prohibición de hacerse ídolos, imagenes, falsos dioses y rendirse a ellos.
Bien; yo pienso que el ser humano tenemos dos grandes tentaciones: la tentación del poder y la tentación del dinero; pero el dinero fácil, la corrupción. En ocasiones se piensa que estas tentaciones son para los que ostentan un poder civil o algo parecido y que tienen en sus manos la administración de dineros públicos. Nada más lejano de la realidad. Cada ser humano está tentado por el poder y el dinero. Esas tentaciones crean dioses en nuestra vida, imágenes falsas, ante los cuales podemos terminar postrados.
Es fácil que en aras del poder, del dinero, se generen actitudes de adoración de realidades terrenas; es la purificación que Jesús hace del templo al expulsar a los mercaderes. Es fácil caer en la tentación de una religión comercial donde yo le doy algo a Dios esperando algo a cambio. Debemos reflexionar realmente la vivencia de nuestra espiritualidad, de nuestra fe, para evitar esos comercios que Jesús no quiere en nuestra relación con Él.
Cuántas veces se ha alentado a hacer ayunos “a pan y agua”, ayunos de 40 días, pagar equis “x” número de misas o asistir a ciertas prácticas religiosas o litúrgicas con el convencimiento que eso nos hace creyentes de otro nivel o que nos da poder sobre otros bautizados en la comunidad o en un grupo pastoral.
Es cierto que tenemos muchos signos en nuestra vida de fe, en la celebración de la liturgia, claro que sí, pero Jesús nos invita precisamente a purificar esa vivencia, nos invita a ser discípulos auténticos, sin intereses, sin contraprestaciones condicionadas, sin un afán de poder; mucho menos de dinero, sin afán de pisotear al otro. Cuántas veces los ídolos en nuestra vida son nuestras propias “obras” o “conquistas”, nuestro ego, una imagen de sí mismos ante las cuales nos postramos sin dar espacio a Dios que camina con nosotros, en nuestra historia, para redimirnos como redimió a su pueblo.
Pidamos a Dios su Gracia para que podamos entender más y más lo que realmente significan los mandamientos, su Alianza nueva y eterna en su Hijo Jesucristo, darle espacio en nuestra vida y nuestro corazón para que también expulse de nuestro interior esos comercios que de manera inconsciente hemos establecido en nuestra relación con Él. Que nos conceda la gracia de una fe tan fuerte que seamos capaces de celebrar realmente los signos, pero también si fuese necesario, apoyarnos exclusivamente en la Escritura y en la Palabra del mismo Jesús. Amén.
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Miguel Angel Cortes