REFLEXIONES

Marzo 24 de 2024 Domingo de Ramos “De la pasión del Señor” Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Iniciamos hoy la celebración de la Semana Santa y como siempre son muchas las aristas y los puntos que podríamos profundizar a partir de la inmensa riqueza de la Palabra de Dios y la multitud de signos y símbolos que nos presenta también la liturgia de la Iglesia.

 

Comparto con Ustedes brevemente dos elementos:

 

  1. La insistencia que se nos hace a vivir esta semana y en general nuestra fe durante los ciclos litúrgicos como verdaderas celebraciones, no como ceremonias, que es muy diferente. En ocasiones encontramos horarios de las “ceremonias” de la semana mayor, desvirtuando bastante lo que realmente la celebración implica.

 

Un saludo a la bandera con un himno nacional y una entrega de diplomas; una ofrenda floral en un monumento, la apertura de un torneo, etc., son ceremonias. En la liturgia no tenemos ceremonias. Vivimos la liturgia en una profunda dimensión de celebración, pues en ella se realiza la salvación que Dios obra en nuestra vida, en nuestra historia, en nuestro hoy. La multitud de signos y símbolos que están presentes en la liturgia son precisamente parte de la realidad de la actualización de esa salvación en mi vida, en la historia, en el hoy.

 

No es gratuito que la Iglesia enseñe que cuando ella bautiza es Cristo quien bautiza, cuando un bautizado se acerca al sacramento de la reconciliación es Cristo quien está salvando, es Cristo quien está perdonando los pecados y de paso expulsando los demonios, pues la celebración del sacramento de la reconciliación o “confesión” es realmente más que un exorcismo. Lógicamente, no estoy pensando en los exorcismos que nos ha presentado por décadas el mundo del cine (con contadas excepciones) ni en los shows que organizan y pretenden en muchos grupos y retiros espirituales.

 

Vivamos entonces las celebraciones litúrgicas como realmente son y deben ser; como la celebración de la salvación que Dios actúa y me regala en su Hijo Jesucristo, salvación en la comunidad de la Iglesia para toda la humanidad. Recuerdo aquí la parábola la levadura.

 

  1. Vivamos la Semana Santa como ese redescubrir, meditar, contemplar, orar el amor de Dios por la humanidad, manifestado plenamente y para siempre en su Hijo Jesucristo. Él se hizo hombre y amó cada segundo de su existencia; amó por encima de todo, a pesar de que no lo entendían; amó a pesar de que en ocasiones sólo lo buscaban porque habían comido hasta saciarse pero no por la Palabra que Él les anunciaba; amó a pesar de la traición de su amigo, amó a pesar del abandono de los restantes, amó sin detenerse jamás. Ese es el amor de Jesús por la humanidad, por cada uno de nosotros y nos llama a ponernos también en camino, el camino del amor que se hace entrega, servicio por los demás, amor que se pone en camino por sembrar los valores del Evangelio, del Reino de Dios en medio de nuestra vida y de nuestra historia. Esa lucha nos llevará también a la muerte, como la del Maestro, pero Dios al igual nos resucitará por el amor. Amé

 

Una muy devota y santa semana. Dios los bendiga. ¡Chao!

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Miguel Angel Cortes