REFLEXIONES
Octubre 01 de 2023 Domingo XXVI del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo A.
Saludo fraterno, familia y amigos.
En la reflexión en torno a las lecturas de este domingo quisiera centrarme en el texto del Evangelio, (Mateo 21, 28-32) que nos presenta una conclusión y una llamada bastante fuertes de Nuestro Señor Jesucristo, que a la vez tuvieron que ser durísimas al momento de pronunciarlas en frente de aquellos que se consideraban ya santos y salvados por Dios.
Jesús les presenta una parábola muy sencilla, básica, que podemos pensar tiene que ver con la obediencia y el actuar. El texto narra que Jesús dijo “a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo”.
El primer hijo se niega a la petición de su padre de ir a trabajar a la viña, pero “se arrepintió y fue”. El segundo afirma que va, pero nunca fue. Quizás es de los textos más prácticos que nos presenta el Evangelio en lo que tiene que ver con la obediencia a la voluntad de Dios.
Cuando los interlocutores responden a la pregunta sobre cuál de los hijos hizo la voluntad del padre, Jesús pronuncia esta sentencia radical, tajante, determinante:
“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.
Pero la conclusión de Jesús no es solo esa llamada a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, sino también el hacerles ver su dureza y terquedad de corazón, es decir, repasemos la última frase: “ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”. Los que se consideraban ya santificados y que estaban en una respuesta a Dios de manera externa y en un cumplimiento de la ley, ni siquiera después de haber visto la respuesta de aquellos que eran señalados como pecadores y condenados, fueron capaces de reconocer, ni tampoco de aceptar la llamada de la Justicia hecha por Juan, ni tampoco un ponerse en camino de conversión y respuesta a Dios.
Es una parábola actual, también para nosotros. A veces lo fácil es sentarnos a la orilla del camino y “senalar”, “condenar” a aquellos que consideramos “malos”, “pecadores”, sin descubrir que la acción de Dios ayuda a los “alejados” a responderle a su llamada a participar de su Reino, de su Justicia, de su Amor, de su Salvación.
Cada uno de nosotros somos responsables ante Dios; para Él lo importante es la respuesta de cada uno, no lo que hicieron mis padres, o lo que vayan a hacer o no mis hijos.
Dios nos renueve en su Gracia para que podamos reconocer su acción amorosa en cualquier ser humano que le responde en un camino de fe y conversión a través de la búsqueda y vivencia de la justicia, el amor, la misericordia, la solidaridad. Pero que reconociendo esa acción en aquellos que la sociedad religiosa señala, podamos creerle, comprometernos más y más en un camino de conversión y actuar, hacer, como tantas veces lo dice Jesús en el Evangelio de Mateo: “Hagan”. Amén.
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Una muy feliz y bendecida semana para todos! Chao!
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Miguel Angel Cortes