REFLEXIONES

Marzo 31 de 2024 Domingo de Resurrección Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Sabemos que sucede en cada Eucaristía, pero celebramos también por excelencia en el Triduo y la cincuentena Pascuales, el absolutamente hermoso y desbordante misterio de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Me gusta pensar muchas veces las circunstancias, posibles situaciones, pensamientos y sentimientos en los discípulos durante la pasión y muerte de Cristo. La traición de Judas entregando al Amigo y Maestro sin saber que lo conduciría a la muerte; Jesús en un juicio con mentiras y falsos testigos, un entramado para matarlo, utilizar el poder y maquinaria del imperio para asesinarlo y sacarlo del camino, acabar con Él.

 

Habían pasado tres años; un proyecto, la predicación de la misericordia y el perdón de Dios, la llamada irresistible del Maestro a colaborar en la salvación de los hombres, los milagros como signos de la presencia de Dios en medio de su pueblo, el anuncio de la llegada del Reino de Dios, el envío a predicar, a curar enfermos, expulsar demonios; todo terminó. Ante la amenaza de correr la misma suerte del condenado, todos huyeron. Los que no lo hicieron fue debido a que la ley no aplicaba para ellos. Lo mataron. Todo terminó.

 

¿Qué queda? La incomprensión, el desánimo, el dolor de haberle fallado, volver a lo que hacíamos, regresar a lo mismo, defraudados. Lo mataron. Ellos ganaron.

 

El Evangelio de hoy, Juan 20, 1-9, nos narra cómo una mujer, María Magdalena, es quien va de madrugada al sepulcro, regresa corriendo a denunciar que se han robado el cuerpo del Maestro, pero no es eso. Juan y Pedro llegan al sepulcro, y el discípulo amado, nos dice el texto, “vio y creyó”; pero vio más allá de lo físico, de lo material, de lo constatable. Vio en un instante todo lo que habían vivido con el Maestro y ahora comprende, a través de la fe, lo que realmente ha sucedido: No se han robado el cuerpo, no, ¡resucitó! Es la pieza que faltaba para comprender realmente las Escrituras, el misterio que contemplan y todo lo que desencadena. Ahora intuyen realmente ante quién están, la verdad del hombre con quien compartieron y le encuentran sentido a todo, pero sólo desde la Resurrección, reconocida sólo por el amor.

 

Espera un momento, ellos realmente perdieron, la maldad ha sido aniquilada por la entrega del Justo. Los que decidieron eliminarlo pensaron que con su muerte todo terminaría, no! Ha resucitado! La historia apenas comienza! Esa es también tu historia!

 

¡Una muy Feliz Pascua!¡La alegría por la presencia del Señor Resucitado inunde sus corazones y los renueve en la fe, la Esperanza y el Amor!

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Miguel Angel Cortes