REFLEXIONES

Abril 07 de 2024 II Domingo de Pascua Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

En el tiempo de Pascua la liturgia nos regala: relatos del Resucitado, la historia de la Iglesia naciente y textos que nos muestran las consecuencias del misterio de la resurrección en la vida del creyente.

El texto de los Hechos nos muestra “la locura” de los primeros creyentes que a partir de la experiencia de Jesús Resucitado son capaces incluso de desprenderse de sus bienes materiales para ponerlo todo en común.

El evangelio de San Juan nos muestra desde un punto de vista, la incredulidad de Tomás ante el anuncio del resucitado, pero desde otro punto de vista el deseo de una experiencia personal, no de oídas, de Cristo Resucitado.

San Juan es llamado el “apostol del amor” y en la lectura de sus cartas encontramos la razón de ello.

Estamos llamados tambien a vivir la experiencia del Resucitado. Esa vivencia que transforma no sólo la vida, sino también nuestra manera de pensar, nuestros horizontes, las relaciones humanas, la visión de la humanidad, la familia, la sociedad. Esa vivencia es como la levadura, como la semilla de mostaza, es una vivencia que se va dando paulatinamente en la vida del creyente hasta transformar progresivamente el corazón. Esa transformación, ¿cómo se opera? ¡Solamente por el amor!, es el único camino para reconocer la presencia del resucitado en nuestra vida.  

Pidamos a Dios nos conceda la experiencia permanente del Resucitado que transforme nuestro corazón progresivamente y lleguemos a ser también sus testigos en medio del mundo. Amén.

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Miguel Angel Cortes