REFLEXIONES

Abril 14 de 2024 III Domingo de Pascua Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Son muchísimos los elementos que se desencadenan a partir de la Resurrección de Jesús: para la vida del creyente, de la Iglesia, de la humanidad; incluso para la creación misma.

 

El Evangelio de hoy nos quiere insistir a través de imágenes de la vida cotidiana del hombre, como el comer, en la identidad del Resucitado; es decir, el Jesús que estuvo en la cruz es el mismo que se ha presentado en medio de ellos, resucitado, glorioso; es él mismo, no otro, ni un fantasma, ningún otro. No ha vuelto a la vida natural, ni física, no; ha triunfado sobre el poder del maligno y de la muerte y su presencia, aunque real y verdadera, ya no está en el marco de las dimensiones de nuestra vida natural; es una realidad glorificada que traspasa el tiempo, la materia, el espacio, lo físico.

 

Un elemento básico y central es que a partir de la Resurrección se entrega la misión a los discípulos de anunciar el arrepentimiento y la conversión; pero este anuncio no es algo en sí mismo, sino que las dos dinámicas contienen una finalidad: “para el perdón de los pecados”. Elementos que aparecen claramente en la primera lectura y el Evangelio. En la segunda lectura San Juan nos recuerda que “si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados” 1 Jn 2, 1-5a.

 

Es entonces como vamos intuyendo el horizonte de la nueva vida para quien se le anuncia el misterio de la salvación en Cristo y acepta ese anuncio en una respuesta de fe. Esa respuesta que tiene una proyección hacia el futuro, jamás hacia el pasado, una respuesta que se va dando en la cotidianidad y por la cual la salvación de Jesucristo va actuando en nuestra vida, en nuestra historia.

 

En ocasiones pareciera que nos sentimos abrumados por semejante y grandioso mensaje de salvación; lo importante será que cada día nos acerquemos a la Palabra de Dios y permitamos que Él haga su obra en nuestra vida. Esa respuesta, sencilla, de alimentar nuestra vida con su Palabra y comprometernos diariamente con su reino, es con la que Dios cuenta, lo demás, lo dejamos en sus manos. Amén.

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Miguel Angel Cortes