REFLEXIONES

Mayo 05 de 2024 Solemnidad de la Ascensión Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Tres puntos:

  1. El don de la fe por la Palabra para posteriormente celebrar su Salvación en la Liturgia.
  2. El memorial.
  3. Dar la vida.

 

Nuestro objetivo es profundizar la fe que Dios nos ha regalado en su Hijo Jesucristo. Les invito a que leamos completo el capítulo diez (10) de los Hechos de los Apóstoles, para tener un contexto más amplio y comprender un poco más el texto de la primera lectura de este domingo.

 

Normalmente hemos aprendido que por el sacramento del bautismo recibimos el don del Espíritu y que en la confirmación asumimos nuestro bautismo y recibimos la plenitud de la gracia bautismal; y enriquecido con una Fortaleza del Espíritu Santo, el confirmado se compromete como testigo de Cristo a extender la fe con su palabras y sus obras. (LG 11, CIC 1285).

 

Es interesante que el capítulo arriba citado nos narra cómo Cornelio, centurión romano, hombre temeroso de Dios que oraba constantemente y daba limosnas, fue escuchado por Dios. No nos dice a qué fe o pueblo pertenecía. Si era centurión, era militar del imperio romano. Eso es claro. En la escena, entra Pedro en casa de Cornelio y había mucha gente reunida, escuchan el anuncio central del misterio de Cristo y posterior a escuchar la Palabra, descendió sobre ellos el Espíritu Santo y comienzan a orar en lenguas glorificando a Dios. Sólo después de esto es que reciben el Bautismo. Definitivamente nuestros caminos no son los caminos de Dios.

 

En la Biblia el tema del “Memorial”, es un tema amplísimo e igualmente hermoso que está ligado también al concepto de la “Alianza”.

 

El texto del Evangelio hace parte del bellísimo capítulo 15 del Evangelio de San Juan en donde Jesús nos revela que Él es quien nos ha elegido a nosotros, nos invita a permanecer en su amor, en su Palabra, y a dar la vida por los demás. Es la llamada esencial del cristiano, la vivencia del amor hasta dar la vida. No debemos imaginar un dar la vida de manera cinematográfica o algo así como un holocausto o sacrificio cruento por los demás. Es la llamada a vivir esencialmente el amor a los demás como a nosotros mismos. La vivencia del amor hacia los otros en la vida cotidiana pero también amarnos a nosotros mismos.

 

Cuando meditamos un poco más esta realidad esencial en la vida del cristiano y buscamos caminos para llevar esto a nuestra vida cotidiana, podemos intuir la profundidad sin límites que tiene la expresión de Jesús cuando celebramos la Eucaristía y Él mismo nos dice “Hagan esto en memoria mía”. Amén.

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Miguel Angel Cortes