REFLEXIONES

Mayo 19 de 2024 Domingo de Pentecostés Ciclo B
(Comentamos las lecturas de la liturgia para la misa del día, primera opción en la segunda lectura y Evangelio).

Saludo fraterno, familia y amigos.

Celebramos en este domingo el don, el regalo del Espíritu Santo, comienzo “oficial” de la Iglesia y de su misión en medio del mundo.

 

El relato de Lucas en la primera lectura, sitúa este don de Dios en la fiesta judía de Pentecostés, mientras que San Juan une el don del Espíritu a la Resurrección de Cristo, como lo relata su evangelio en el texto de hoy.

 

Subrayo dos puntos:

 

  1. La conclusión de la primera lectura nos muestra que por el don del Espíritu hay un anuncio al mundo entero: “…cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua” (Hechos 2,11). Lógicamente, no podemos reducir este versículo a algo simple o a algunos datos que consideremos especiales o magníficos en la Sagrada Escritura. Desde la creación misma, Dios ha obrado maravillas, hasta la glorificación de su Hijo Jesucristo en la Resurrección y Ascensión al cielo. Toda la Biblia es el hermoso relato del amor maravilloso, inconmensurable de Dios para y por el mundo, es el relato de la historia de la Salvación, de su Reino; todas ellas son la maravillas que se anuncian a todos los pueblos.

 

  1. En el Evangelio de San Juan, el regalo del Espíritu es dado en orden al perdón de los pecados. En el relato, Cristo Resucitado da la paz y envía a sus discípulos como el Padre lo ha enviado. Implícitamente, también maravillas para anunciar a los pueblos; la paz de Cristo, el perdón de los pecados como una muestra del amor misericordioso de Dios, unido al llamado de la conversión.

 

Siempre me pareció extraordinariamente hermosa la línea del prefacio de Pentecostés que recuerda que

“Pues, para llevar a plenitud el misterio Pascual,

enviaste hoy el Espíritu Santo…

El Espíritu que congregó en una misma fe,

a los que el pecado había dividido en diversas lenguas”, haciendo alusión lógicamente al relato de la Torre de Babel. Allí, el orgullo del hombre dispersó a la humanidad; ahora, la gracia de Dios, la une en la confesión de una misma fe, para su salvación.

 

Concluyamos: Dios continúa su acción salvadora en medio de la historia, Dios continúa anunciando a los pueblos las maravillas de su amor, Él nos da el don del Espíritu para el perdón de los pecados, la conversión, la misión en medio del mundo, la construcción de su Reino, la llamada que nos hace al seguimiento de su Hijo Vivo y Resucitado.

 

La gracia que Dios hoy nos da, unifique también nuestro corazón, nuestras familias y comunidades en la confesión de esa misma fe; maravilla anunciada a todos los pueblos, maravilla también por anunciar con la Palabra de Dios y con nuestra vida, con nuestras acciones. Amén.

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Miguel Angel Cortes