REFLEXIONES
Octubre 08 de 2023 Domingo XXVII del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo A.
Saludo fraterno, familia y amigos.
Las lecturas de este domingo nuevamente nos quieren mostrar el proyecto de salvación de Dios por el hombre, por la humanidad. Este proyecto no es otro que el amor.
Conectamos especialmente este domingo, la primera lectura, el salmo y el Evangelio en el sentido que nos describen la misma figura, la misma imagen: la viña del Señor, que es objeto de su amor, de su desvelo, de sus trabajos, de su cuidado. El dueño de la viña espera buenos frutos, dulces. Pero la viña a cambio dio “Agrazones”.
(Agrazones: Es un sustantivo masculino que se refiere a los racimillos que hay en las vides y que nunca maduran. También se refiere a la uva silvestre que nunca madura. En sentido figurado, puede significar enfado, disgusto o sentimiento.
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Percibimos entonces en la primera lectura una figura muy “humana” de Dios que abandona a su viña a su propia suerte. Será saqueada, pisoteada, abandonada. Su ruina. Es la síntesis de la historia de la salvación: la lucha entre el amor misericordioso de Dios y la infidelidad constante del hombre. Es advertencia y exhortación para la Iglesia y para todo cristiano.
Pasando al Evangelio, el dueño de la Viña envía a sus servidores para “percibir los frutos de la cosecha que le correspondían”. Aquí la situación es mucho más dramática: Los arrendatarios no solo maltratan, apedrean y matan a los enviados sino que terminan también asesinando al hijo del propietario para quedarse con la propiedad.
Es interesante que ante la pregunta de Jesús “…cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?” sus interlocutores advierten la venganza irrestricta del amo. En cambio, Jesús no se detiene, se sobrepone a esa situación negativa y a cambio, anuncia que la oferta de salvación, la obra, el proyecto de Dios sigue adelante por encima de aquellos que no rindieron los frutos esperados. Esa oferta de salvación “se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.
La segunda lectura es una aplicación práctica de la oración para la vida del creyente en dos momentos: La paz que Dios regala cuando ponemos en sus manos, en su Providencia, toda nuestra existencia en una oración de petición y agradecimiento. El segundo momento es el discernimiento que debe hacer el cristiano de la realidad para descubrir también en ella la voluntad de Dios. Podemos entresacar los adjetivos que nos presenta el texto, por ejemplo, verdadero, noble, justo, virtuoso, etc.
Como lo hemos notado en otros momentos, también nos puede asaltar la tentación del fariseo, pensar que por derecho propio y de manera exclusiva Dios nos da a nosotros su Reino, su salvación, como apropiándonos de Él; desentendiéndonos de los verdaderos frutos que Él espera de nuestra vida cristiana, de nuestro seguimiento de su Hijo Jesucristo.
“El Señor esperaba de ellos que obráran rectamente
y ellos, en cambio, cometieron asesinatos;
él esperaba justicia y sólo se oyen lamentos”.
¿Qué espera el Señor de cada uno de nosotros? ¿Qué espera el Señor de mi? ¿Qué espera el Señor de ti? ¿Qué frutos puedo ofrecer a Dios? ¿Cómo respondo a las circunstancias diarias de mi vida? ¿Me esfuerzo por la justicia? ¿Por la solidaridad? ¿Qué me domina, la envidia? o el amor? ¿El orgullo o el esfuerzo por servir a los demás?
Dios nos renueve en su Gracia para que podamos producir los frutos que Él espera de nosotros, sus Hijos, en medio del mundo. Amén.
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Muchas gracias por sus comentarios llenos de fe, gentileza y gratitud. Dios los continue bendiciendo en todas sus empresas y seres amados. ¡Chao!
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Miguel Angel Cortes