REFLEXIONES

Junio 30 de 2024 XIII Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

Nuevamente se nos presenta en el horizonte del camino cristiano el tema de la fe, el misterio de la fe. Siempre será una tarea inacabada en nuestro peregrinar por el mundo.

 

Quiero subrayar dos puntos:

  1. La primera lectura es muy clara al manifestar que la muerte no es una realidad que esté o haya estado en los planes de Dios, ni en sus pensamientos, ni mucho menos en Dios mismo existe la muerte. Ella entró en el mundo por envidia del maligno.
  2. El Evangelio nos presenta dos milagros y en ambos está claramente la fe, condición sin la cual un milagro no se puede obrar.

 

Siempre me gusta imaginar los personajes frente a Jesús que nos presentan los Evangelios. En este texto, un jefe de la sinagoga, un judío, un miembro de la autoridad del pueblo de Israel que se oponia de manera creciente a Jesús, hasta el final que conocemos. ¿Qué había visto o escuchado Jairo de Jesús para que ante esta circunstancia dolorosa que vive, lo busque?

 

La mujer enferma “oyó hablar de Jesús” y “acercándose por detrás entre la gente, le tocó el manto, pensando que con solo tocarle el vestido, curaría”. ¿Qué oyó esta mujer de Jesús? ni siquiera dice que lo haya escuchado predicando; ¿qué le dijeron sobre Él, que la llevó a confiar de esa manera en lo que haría? Solamente tocar su vestido.

 

En ambas circunstancias Jesús menciona la fe: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”. Cuando le notifican a Jairo, el jefe de la sinagoga, que su hija ha muerto, Jesus le dice: “No temas; basta que tengas fe”.

 

La muerte es quizás uno de los interrogantes más grandes del ser humano, la pregunta por excelencia; el otro es la enfermedad; ante ellos todo parece volverse relativo, incluso como sin importancia alguna, todo pasa a un segundo lugar; basta pensar cuando nos da una gripe fuerte. Ante estas dos realidades aparece por parte de Jesús el tema o el llamado a la fe. La fe frente a la enfermedad (la mujer), la fe frente a la muerte (la hija de Jairo).

 

Se nos abre así un abanico de preguntas que nos pueden ayudar a profundizar el sentido de la fe en nuestro Dios y Señor:

 

¿Qué significa creer? ¿Qué significa tener fe en Jesucristo, Vivo y Resucitado? ¿Qué significa la fe en mi vida cotidiana, en mis proyectos, en mis dificultades, en mis problemas, en mis “fracasos”? ¿Cómo ilumina mi fe en Jesús el camino que debo recorrer? ¿Cómo mi fe en Jesucristo se traduce en salvación y la realiza en mis circunstancias cotidianas? ¿En qué medida y proporción, si podemos usar estas dos palabras para estos temas, deben estar en mi vida cotidiana la fe, la confianza en Jesús, unidas a mi compromiso y trabajo por lo que yo pido? ¿Es realmente mi fe en Jesús una respuesta a las circunstancias de mi vida que me trae paz al corazón?

 

La gracia de Dios nos fortalezca para que la fe que Él nos ha regalado nos impulse siempre a buscarlo sólo a Él, como Jairo y la mujer enferma, con la certeza que solo Él es la vida, la salvación, la plenitud del amor. Amén.

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Miguel Angel Cortes