REFLEXIONES

Julio 28 de 2024 XVII Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

La primera lectura de este domingo, en una conexión muy clara, con el texto del Evangelio nos muestran uno de los aspectos de la revelación divina: Dios es el verdadero alimento del hombre, pero además nos quiere alimentar hasta saciarnos. Jesús es el enviado por el Padre y hace obras mucho más grandes que los profetas del Antiguo Testamento (1ª. Lectura), porque Él es más que un profeta.

 

Este signo lo vamos a entender más profundamente en la lectura de este capítulo 6 del Evangelio de San Juan durante los próximos cuatro domingos, en donde la Iglesia ha visto siempre la referencia al misterio de la Palabra de Dios, el Evangelio y la Eucaristía. 

 

En el nuevo pueblo de Dios no hay medida, comieron hasta saciarse. Luego de ello Jesús da la indicación: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos. El número doce en la revelacion bíblica es un número relacionado con la plenitud, todos se saciaron y aún sobró plenamente, Dios alimenta a toda la humanidad.

 

Luego de este milagro de Jesús, la gente decía: “Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo”. Es una respuesta, una adhesión de fe.

 

Pero una dificultad, también hoy en el camino del creyente es la tentación de ver la fe misma y a Dios como una solución material y mágica a las circunstancias y realidades de la existencia. Por ello la conclusión del texto: “Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo”. Había sido y es a veces una respuesta, una adhesión parcial de fe.

 

En ocasiones, buscamos a Dios como un mesías terreno, un político que nos solucione nuestros problemas como si fuera un mago. La Palabra de Dios, ni Dios mismo, ni Jesús, son magos, nada más alejado de la pedagogía de Dios y de la revelación bíblica.

 

Ahora bien, cuando hablamos de saciar al hombre, no estamos pensando en realidades materiales, en las cuales también pensaron los contemporáneos de Jesús, por eso querían proclamarlo rey. Soluciones pasajeras. No. Cuando hablamos de saciar el hambre de la humanidad, estamos hablando de las preguntas más profundas que tiene el hombre en su corazón, en su conciencia: el hambre que tenemos de sentido, de la verdad, del amor, de lo que significa el ser humano, la pareja, la familia, el proyecto de Dios para la humanidad, la fraternidad, el perdón, la muerte, la eternidad, la resurrección, etc.

 

¡Dios nos ha regalado tantos medios y caminos para alimentarnos en el seguimiento de su Hijo Jesucristo! Nos corresponde a nosotros profundizarlos, esforzarnos por crecer en ese discernir la fe, la voluntad de Dios, meditar su Palabra, reconocer los caminos de Dios en nuestra historia personal, familiar y comunitaria. Todo ello nos lleve a ser también esos testigos y mensajeros de su Reino para también compartir el alimento que Él es, que verdaderamente sacia y da vida eterna. Amén.

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Miguel Angel Cortes