REFLEXIONES
Agosto 04 de 2024 XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B
Saludo fraterno, familia y amigos.
El hombre por su naturaleza misma busca la verdad, el bien, una respuesta y sentido a cada circunstancia de su vida. Ante esa realidad el mundo ofrece muchas respuestas tales como el materialismo, poner la confianza en el dinero, la búsqueda de poder, ir detrás de adicciones de cualquier tipo como alcohol, drogas, sexo, apuestas, etc. Muchas veces el hombre quiere también una respuesta ante una ansiedad frente al futuro y por ello cae en la búsqueda de adivinaciones, lectura de cartas, incluso algunas predicaciones se jactan en decir que hablan en profecía a sus adeptos, desdibujando lo que realmente es el profetismo bíblico.
Tampoco ha sido menor la propagación de movimientos pseudo-religiosos como la Nueva Era y otros; la predicación de la cultura de la muerte, el pregonar los derechos sexuales para legitimar realidades como el aborto, haciendo de ello un signo de la negación de la esperanza misma y en un futuro, la confianza en talismanes, amuletos, poniendo la confianza y la fe en ese tipo de realidades pasajeras y materiales, negándole a Dios la confianza que sólo Él merece.
En el relato del Evangelio de hoy, Jesús le responde a la multitud: “Ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse”. En últimas, se están buscando a sí mismos, están buscando una respuesta material, pasajera a sus necesidades, pero no ven realmente más allá del signo que Jesús realiza y Él mismo es.
Solamente Dios, en su Hijo Jesucristo, sacia nuestra hambre y sed más profundas de la existencia, solamente Él es el verdadero alimento, que ha bajado del cielo, pan verdadero que da vida eterna. Solamente Jesucristo es el pan vivo que realmente sacia al hombre, sacia con las respuestas más profundas a las preguntas eternas en el corazón del hombre. A partir de la experiencia de Cristo y del bautismo somos llamados (2ª. Lectura) a despojarnos de esa antigua condición, la de paganos, la vida según el mundo, para revestirnos de Cristo, renovarnos en la mente y en el Espíritu, para responder al proyecto de Dios de reproducir en nosotros mismos la imagen de su propio Hijo y con ello ser mensajeros, portadores, de su mensaje de verdadera salvación para el mundo. Amén.
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Miguel Angel Cortes