REFLEXIONES
Agosto 18 de 2024 XX Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B
Saludo fraterno, familia y amigos.
Encontramos en las lecturas de este domingo palabras como: “insensatos”, “irreflexivos”, “ignorancia”, “prudentes”, “sencillo”; todo ello en el contexto que contrapone la vida del mundo y la vida según la voluntad de Dios. Pero además de ésto, aparece un horizonte más amplio: “los tiempos son malos”. Bien.
No hace falta ser un sociólogo o licenciado para entender que realmente los tiempos que vivimos son malos; basta con ver algo de noticias y corroborar cómo las agendas políticas, movimientos con hambre de dinero fácil, el afán de poder, las redes sociales y gobiernos, están llevando adelante una proclamación de antivalores como “antorcha” para guiar las sociedades, sabiéndolo o no, hacia su destrucción. Lógicamente, no pretendo ser ni pesimista, ni profeta de desgracias, ni mucho menos apocalíptico, como si fuera el fin del mundo. No. Estas realidades las ha vivido la humanidad muchas veces.
Hemos compartido también que la salvación ofrecida por Dios es precisamente la redención de esta realidad terrena que vivimos hoy; Él camina con la humanidad y ofrece permanentemente su amor redentor. Dios ofrece “inteligencia”, “sabiduría”, (1ª. lectura) en la figura de un banquete, una comida; para qué? Para que el hombre viva y avance por el camino de la prudencia.
San Pablo en el texto de hoy (Efesios 5, 15-20) enuncia algunas contraposiciones precisamente entre el mundo y la vida del cristiano; algo así como las consecuencias para la vida del hombre que ha aceptado y recibido la salvación obrada por Cristo.
Ahora bien, el proceso que hemos descrito se da en un contexto de fe, de aceptación de la Palabra de Dios, del Evangelio, aceptación de Jesucristo por la fe y de alguna manera podemos verlo celebrado en el primer momento de la Eucaristía, en la liturgia de la Palabra, en donde somos invitados a alimentarnos del pan mismo de la Palabra. Jesús en el Evangelio de hoy, nos va a indicar de manera clara, ya no solamente comer el pan sino comer su carne y beber su sangre con las consecuencias descritas:
- Vivir para siempre.
- Para que el mundo tenga vida.
- Tener vida eterna.
- Lo resucitará el último día.
- Permanecer en Él y Él en el creyente.
- Vivir por Él como Él vive por el Padre.
Realidades del segundo momento de la celebración: la liturgia Eucarística. Jesús, se nos da, se entrega, Él mismo, para la salvación, rescate y vida del creyente.
Son tiempos malos, la salvación ha sido dada, pero no es automática, ni mucho menos mágica; se hace necesaria nuestra apertura y aceptación del anuncio amoroso de Dios por cada uno de nosotros; de esta manera, respondiendo concretamente a Él a través de la fe y en medio de la historia es que viviremos realmente; y el último día, cuando nuestra existencia terrena termine, nos resucitará a la vida eterna, a la plenitud de la salvación y de su amor. Amén.
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Miguel Angel Cortes