REFLEXIONES

Octubre 13 de 2024 XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B

Saludo fraterno, familia y amigos.

¡Inmensas las lecturas de este domingo! Pensemos solamente en tres temas para centrarnos un poco más en lo que Dios nos quiere comunicar:

 

  1. La sabiduría de Dios y su Palabra.
  2. Las riquezas y sus peligros frente al Reino de Dios y la salvación.
  3. El seguimiento de Cristo.

 

Se han atribuido al rey Salomón las oraciones pidiendo a Dios la sabiduría que procede de Él, que tiene misterios incontenibles e insondables ya que es el mismo Dios y vale más que todos los bienes y con nada se le puede comparar. El sabio ve como buenos los bienes materiales, pero  hace uso de ellos como algo transitorio y pasajero.

 

El hombre rico del Evangelio encarna a una persona particular. Podríamos pensar que quería seguir a Jesús, pero quizás NO realmente. Veamos. Este hombre se arrodilla ante Jesús, podemos pensar en una buena intención; manifiesta que ha cumplido los mandamientos desde joven, había la creencia que Dios bendecía con riquezas a quienes cumplían con la ley; pero quiere “heredar” también la vida eterna. Pareciera que este hombre lo que realmente quiere es acumular un bien más en su larga lista de posesiones. Ante la radical respuesta de Jesús, el hombre “puso mala cara y se alejó muy triste porque poseía muchos bienes”.

 

Jesús, de una manera tajante, advierte sobre el peligro de poner la seguridad y la confianza en los bienes materiales frente a su Reino y su salvación. “Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”. Los discípulos asombrados ante estas palabras concluyen precipitadamente con la duda sobre la salvación, pero Jesús les aclara que para Dios todo es posible. Salvación que no es cuestión de cumplimientos para acumular méritos sino una obra, un regalo inmerecido de la misericordia y amor de Dios.

 

La segunda lectura nos habla de la Palabra: viva, eficaz por el amor infinito de Dios; devela lo más escondido, ilumina lo oscuro, aclara la peor confusión, brinda la mayor esperanza, nos llama al seguimiento del Maestro, nos muestra cuál es la verdadera riqueza, los bienes verdaderos.

 

Los discípulos lo han dejado todo y escuchan la promesa de recibir cien veces más, junto con persecusiones por su fidelidad al mensaje de Cristo y la vida eterna.

 

Hemos escuchado quizás, por estos días en las noticias, la perversión que el dinero, el afán de poder, de dominar a otros, el ansia de la fama, del “éxito” según el mundo, han logrado no solo en la sociedad hollywoodense sino en otras latitudes del mundo. Realidad a la cual también está dirigida la Palabra de Jesús en donde también la salvación de Dios quiere hacer su obra.

 

Pidamos a Dios que su Palabra siempre llegue a lo más profundo de nuestro corazón, devele lo que está mal, disipe nuestras sombras, de crecimiento a todo lo bueno, lo que le agrada; que podamos sopesar justamente los bienes materiales en una correcta relación con nuestro prójimo y esforzándonos por vivir la justicia y el amor, seamos testigos de su Reino y salvación en medio del mundo. Amén.

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Miguel Angel Cortes 

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos

Mc 10, 17-30

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.

Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”.