REFLEXIONES
Diciembre 15 de 2024 III Domingo de Adviento Ciclo C
Saludo fraterno, familia y amigos.
El Evangelio de este domingo es continuación del anterior y nos muestra de manera clara y concreta el llamado a la conversión que hace Juan el Bautista como preparación a la venida del Salvador. Es una llamada que tiene completa vigencia para la humanidad de cualquier época y lugar, mucho más en los tiempos que están corriendo en el mundo de hoy. Basta una mirada al mundo de la música, el entretenimiento, las aseguradoras, los gobiernos, los agentes de seguridad y tanta corrupción de personas implicadas con su silencio cómplice; actitud que contribuye a la siembra de violencia, oprobio y muerte en medio de la sociedad.
Les invito para que releamos detenidamente la respuesta del profeta, que perfectamente debemos hacer nuestra en medio de la cotidianidad de cada uno.
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista:
– “¿Qué debemos hacer?”
– Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.
– “No cobren más de lo establecido”.
– “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.
Si lo miramos de manera general, es la llamada al cumplimiento básico del amor al prójimo como a sí mismo; una llamada al compartir, no robar a los demás, no desear los bienes ajenos a través de la extorsión, el boleteo; vivir en la verdad sin quitarle el crédito o buen nombre a nadie; contentarse con lo que se gana honradamente. Podríamos pensar que está mal el querer progresar o que la ambición por el progreso es algo malo? ¡Absolutamente no! Lo malo es cuando el hombre, político, policía, administrador, abogado, sacerdote, ingeniero, médico, la vocación que sea; no se contenta con su salario y se encamina por el delito, los sobornos, los robos, las extorsiones, las injusticias, las mentiras, para ganar, obtener, apoderarse de más.
Estoy convencido que si en mi país los que ingresan al mundo de la política se dedicaran a servir a las comunidades que los eligen, fiscalizar y ejecutar de manera honrada los presupuestos para las obras públicas, seríamos un país en desarrollo y con una gran esperanza. Pero el subdesarrollo nos llega a las orejas y la frustración parece ganar más y más terreno.
Si los policías y agentes de seguridad cumplieran con su misión, tendríamos un ejemplo contundente de obedecer la ley. Si los grupos guerrilleros y las nuevas estructuras emergentes abandonaran la extorsión al comercio, idearían una revolución diferente y estarían trabajando para ganarse el dinero honradamente.
¡Que vigencia gigantesca de la Palabra de Dios para el mundo de hoy, para la sociedad que vivimos! Pidamos a Dios nos ayude con su gracia a crecer en el camino de la conversión, comprometernos más y más con Él, con su Palabra, con su Reino; prepararnos así para celebrar su nacimiento entre nosotros y estar despiertos para nuestro encuentro definitivo con Él. Amén.
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Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lc 3, 10-18
En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.
También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.
Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.
Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.