REFLEXIONES

Octubre 29 de 2023 Domingo XXX del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo A.

Saludo fraterno, familia y amigos.

 

¡Cuántas definiciones del amor! ¡Cuánto dicho y hecho en nombre del amor! El amor es como Dios, inabarcable, también es un Absoluto.

A Jesús, en todo el proceso en donde planean cómo matarlo le hacen una y otra pregunta, con deseos de hacerlo caer en algún error para acusarlo y llevarlo a la muerte. “los fariseos…se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:

 

– “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.

 

No era una pregunta con intenciones sinceras ó con un deseo auténtico de buscar a Dios ó cumplir su voluntad, el objetivo era “ponerlo a prueba”.

 

No era una respuesta sencilla, cuando la ley tenía algo más de 600 mandamientos, entre prohibiciones y preceptos en un intrincado sistema legal-religioso. La respuesta de Jesús, extraordinaria, genial, concreta, esencial, nos indica el camino al que estamos llamados.

 

Parte de la tarea de los creyentes es que resolvamos la pregunta: “¿qué es el amor?” y vivirlo. Muchas veces podemos caer en falsas seguridades, pensando que amamos, que mis decisiones son correctas en X ó Y circunstancia. Hay manipulaciones, engaños, rodeos, violencia, órdenes, mentiras y demás en nombre del amor. Puede quedar el amor en algo etéreo, gaseoso, algo intangible, nada concreto, sin resultados prácticos.

 

En ese caminar, pienso hoy en tres elementos:

 

  1. Hemos escuchado en “positivo” la frase: “Trata a los demás como quieres que los demás te traten”.

 

  1. En “negativo”: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran”.

 

  1. La primera lectura de este domingo, Éxodo 22, 21-27 donde los forasteros, las viudas, los huérfanos y los pobres aparecen como aquellos que son objeto de la compasión de Dios y ante los cuales el creyente debe tener unas actitudes, acciones claras que sean expresión concreta del amor y la compasión de Dios a través de los creyentes.

 

En la respuesta que Jesús les da a los fariseos, se resume la enseñanza bíblica que el amor a Dios está en profunda conexión con el amor al prójimo; es decir, no se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo sin caer en una mentira; pero también el amor a Dios por ende está también en profunda conexión con el amor a nosotros mismos. En los puntos 1 y 2 que señalamos en el párrafo anterior se nos muestra claramente este elemento; es el amor a mí mismo y a los demás. Brindo respeto porque quiero que me respeten. No insulto porque no quiero que me insulten. Atender a otro porque también me gustaría ser atendido, etc.

 

Se hace necesario el camino de la fe y el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo para discernir y crecer en el camino del amor; y como nos lo dice la segunda lectura, debemos abandonar los ídolos, volver a Dios, “para servir al Dios vivo y verdadero y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro”. 1 Tesalonicenses 1, 9-10. Alguien puede preguntar: “¿Cuáles ídolos?, si no tengo ídolos en mi casa”.  Los ídolos que la naturaleza humana herida por el pecado deja crecer y agigantar en el corazón, y son todos los elementos del pecado que terminan siendo los tiranos en nuestra vida: El orgullo, la mentira, la envidia, la rabia, el rencor, el egoísmo, la maledicencia, el afán de poder, de dinero, la corrupción, la ingratitud, la discriminación, y tantos otros.

 

Cada uno está llamado a hacer esa revisión interior para continuar y crecer en el camino de regreso a Dios, discernir lo que realmente es el amor y vivirlo. Amar a Dios con todo mi ser y amar al otro como a mí mismo. Amén.  

 

 

Miguel Angel Cortes