REFLEXIONES
Enero 19 de 2025 II Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo C
Saludo fraterno, familia y amigos.
Hemos iniciado con la fiesta del Bautismo del Señor el llamado tiempo ordinario en la Liturgia de la Iglesia. Hoy tenemos, pues, el segundo domingo de este tiempo litúrgico.
La primera lectura hace un anuncio gozoso de la salvación que Dios hace despuntar como la aurora para Sión, Jerusalén; lo hace por amor, y el autor presenta la realidad del matrimonio como figura de la alegría e intimidad que encuentra Dios con su pueblo y en él con la humanidad.
En el Evangelio, Jesús es invitado a una fiesta de bodas, (¿recuerdan? la realidad del matrimonio); allí sucede algo impensable en una celebración de éstas: se ha agotado el vino. San Juan nos dice que fue el primer signo de Jesús, pero dentro de este contexto aparecen algunas realidades que nos quieren proyectar el mensaje de la salvación que nos desborda absolutamente:
- Un banquete de bodas, figura que aparece a lo largo de la Biblia y con la cual se hace referencia a la unión de Dios con la humanidad amada y salvada por Él.
- Las seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una.
Ante una realidad dramática o que no tiene una salida “humana”, se presenta Dios mismo, Jesús, que al convertir el agua en vino revela su presencia desbordante de amor y salvación por el hombre, por la humanidad. Es una salvación que no se puede agotar, es una realidad que desborda cualquier realidad humana, tan necesitada de salvación; el corazón del hombre que se verá colmado, desbordado por la presencia amorosa y salvadora de Dios en su Hijo para la humanidad.
Hemos dicho que Dios, ni es mago, ni inmediatista; el Dios de la Biblia es el Dios pedagogo, de procesos y proyectos absolutamente desbordantes de amor y salvación. Ese proceso se va dando a través de su pueblo, la Iglesia; la comunidad que se va construyendo por la acción del Espíritu Santo para el bien de todos y la edificación de su pueblo. Es el Espíritu que se manifiesta de diversas formas, con diversidad de dones, carismas y ministerios para el bien de todos; allí no caben intereses egoistas. La acción del Espíritu es en orden al servicio de los hermanos y la construcción de la comunidad en la vivencia del Evangelio para ser luz del mundo y testigos de la verdad ante los demás pueblos, quienes también están llamados por Cristo, también para ellos es la salvación. La acción del Espíritu es en orden a la santificación y la salvación.
Nuestra vida esté en una constante búsqueda del Maestro, nuestro corazón en una permanente apertura a su Palabra, nuestra voluntad en una permanente disponibilidad a la acción del Espíritu, para que también, cada uno, en nuestra propia circunstancia, experimentemos la presencia de Jesús, como en la bodas de Caná, y con Él podamos también gozarnos de su salvación que nos desborda humanamente y nos invita a la plenitud en la eternidad. Amén.
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Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.
Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.