REFLEXIONES
Enero 26 de 2025 III Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo C
Saludo fraterno, familia y amigos.
Descubrimos en la 1ª. lectura de este domingo una de las fuentes bíblicas e históricas, así como uno de los contextos, de lo que es hoy día la liturgia de la Palabra en las celebraciones de la Iglesia:
- Un servidor de Dios y de los hombres, un ministro.
- Una asamblea de creyentes.
- Hombres y mujeres, y todos los que podían comprender; entiendo con capacidad y uso de razón.
- El primer día – del mes séptimo –. (Para nosotros hoy, el domingo, por excelencia).
- Todo el pueblo estaba atento.
- El sacerdote estaba de pie sobre un estrado de madera.
- Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura.
- El pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley.
Es la asamblea que se congrega para escuchar, meditar, entender, orar la Palabra por la que Dios nos muestra no solamente su voluntad y su salvación sino también su amor y misericordia. Ante ese anuncio que desborda el corazón, el pueblo se aflige, llora; no es para menos, pero a renglón seguido recibe la indicación: “No estén ustedes tristes ni lloren. Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza”.
Como nos lo dice la carta a los Hebreos 4, 12: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Es la fuerza de la Palabra de Dios que es salvación para quien la acoge en su corazón.
Es el anuncio de Jesús para nosotros hoy, para todo hombre de buena voluntad:
“El espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva,
para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos,
para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”.
Ese anuncio de salvación, esa Palabra que produce lágrimas de alegría por la misericordia anunciada, tiene su plenitud en el Hijo, Jesucristo. Él es la presencia en plenitud, viva y real de la Palabra anunciada y lo que ella implica: Dios con nosotros, salvación, amor, redención, misericordia, restablecimiento de la dignidad para los que no cuentan, alegría desbordante, paz para el corazón, una paz que el mundo no puede brindar.
Alegrémonos, “porque celebrar al Señor es nuestra fuerza” (1ª. lectura).
Alegrémonos, porque es un anuncio para cada uno de nosotros hoy, celebremos al Señor, porque “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Amén.
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Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 1, 1-4. 4, 14-21
Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado.
(Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.