REFLEXIONES

Marzo 09 de 2025 I Domingo de Cuaresma Ciclo C

Lecturas del día

  • Deuteronomio 26, 4-10
  • Salmo 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15.
  • Romanos 10, 8-13.
  • Lucas 4, 1-13.

Saludo fraterno, familia y amigos.

A veces se piensa que la fe no tiene ninguna función práctica o útil en la vida del hombre. Es un pensamiento que no tiene relación con la fe cristiana, al menos.

 

En la 1ª. lectura la confesión de fe del Israelita tiene fundamento en el pasado mismo del pueblo y el reconocimiento de que Dios ha actuado en su historia para conducirlo siempre a una mejor condición, cumpliendo sus promesas, para salvarlo. No es una confesión de fe abstracta o etérea, es una confesión en profunda conexión con la propia vida y con su historia. El pueblo reconoce que la tierra prometida y recibida, le pertenece a Dios y por ende sus frutos, por ello el signo de ofrecer las primicias de los mismos; es un signo de respuesta a Dios, la fe en Él, en su Palabra, en sus promesas y signo de adoración por su cumplimiento, por la salvación que Él ha obrado en favor del pueblo y que Él mismo ha constituido.

 

En la 2ª. lectura tenemos también la confesión fundamental de la fe en Cristo: Él es Dios y resucitó de entre los muertos. Hemos compartido que la fe, lo dice San Pablo también, viene por la Palabra de Dios; es decir, fruto de la relación asidua, orante, contemplativa con la Palabra es la fe, que se ha hecho cercana al hombre, tan cercana que se encarnó, se hizo uno de nosotros. Dejamos solamente insinuada toda la tarea que tiene cada creyente por profundizar la insondable riqueza y consecuencia para la humanidad de la Encarnacion del Hijo de Dios. 

 

Al aceptar la fe, el bautismo es un signo público y manifiesto de esa aceptación, el creyente la exterioriza o manifiesta publicamente en su vida diaria; y en los comienzos de la Iglesia incluso con el martirio.

 

Nuestro peregrinar por el mundo está rodeado de tentaciones. Jesús, como hombre verdadero, también fue tentado, incluso momentos antes de morir. El Evangelio nos narra como Jesús enfrenta y vence las tentaciones y artimañas del demonio que todo ser humano también tiene. Como hombre, venció, entregó su vida, vivió plenamente la voluntad del Padre, entregó su vida por amor y Dios lo resucitó; venciendo para siempre el poder del pecado y de la muerte. Por el regalo del bautismo somos asociados también a su victoria.

 

Somos llamados a alimentarnos con la Palabra de Dios que es su Hijo Jesucristo, buscar su voluntad, vencer las tentaciones, morir con Él, sí, por amor. Pidamos a Dios la gracia de crecer en el seguimiento de su Hijo, para que en ese camino de fe en Cristo, el Señor, también vivamos como hombres resucitados en medio del mundo y ser un signo de su victoria y de su amor.

 

¿Habrá una función más práctica de la fe en nuestra vida? ¿Invitarnos a un compromiso permanente contra la corrupción, salvarnos del mal en nuestro peregrinar por el mundo al vencer en Él a la tentación, guiarnos hacia la plenitud de la vida, del amor, hasta vencer la muerte y resucitar con Cristo a la vida eterna? Amén.  

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Miguel Angel Cortes 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

Lucas 4, 1-13

 

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora.