REFLEXIONES

Marzo 16 de 2025 II Domingo de Cuaresma Ciclo C

Lecturas del día

  • Génesis 15, 5-12. 17-18.
  • Sal 26,1. 7-8a. 8b-9abc. 13-14.
  • Filipenses 3,17 – 4, 1
  • Lucas 9, 28b-36.

Saludo fraterno, familia y amigos.

Les queremos compartir este canción para la reflexión de hoy.

Hay elementos que hacen parte de la condición humana, como la familia, los amigos, la solidaridad, el amor, la patria y muchos más. El tema de la patria tiene que ver también con la inmigración y viceversa. El enlace que les compartí, siempre me llamó la atención por toda la realidad que encierra y la crudeza de su letra; pero me pareció pertinente como telón de fondo para nuestra reflexión de hoy.

 

El tema de la Alianza, lo hemos dicho, atraviesa toda la revelación bíblica. Hubo muchas alianzas, en diversos momentos de la historia bíblica; en cada una hay un compromiso de Dios y un compromiso del hombre o de su pueblo, con algunas excepciones como la hermosa alianza de Génesis 9, 8-17; esta otra que tenemos hoy en la primera lectura de Génesis 15, 5-12. 17-18. No hay un compromiso de parte del hombre, es como si solo Dios se comprometiera y en ésta de hoy aparece de manera prominente la fe de Abrán en las promesas de Dios:

 

  • Te daré una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo.
  • A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.

 

Esa tierra es un signo, un elemento sacramental de una realidad trascendente, espiritual: la patria eterna. Bien lo dice San Pablo en la 2ª. lectura; nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos a nuestro Salvador y Él nos transformará en su misma condición gloriosa.

 

Pero la llamada que resonó en el corazón de Abrán: “Deja tu tierra y vete a la tierra que yo te mostraré” es una llamada que también resuena en nuestro corazón en el seguimiento de Jesucristo y su Reino, es una llamada que implica una respuesta personal, diaria, constante.

 

Jesús, al transfigurarse nos da una primicia de esa transformación, de esa condición gloriosa que nos aguarda a todos. Es necesario ponernos en camino, como Abrán, salir de nuestra tierra, de nuestras “seguridades”, orgullos, egoismos, etc., y caminar en pos del Maestro, día a día; no poner nuestro corazón en las cosas humanas o terrenas (2ª. lectura) sino en Jesucristo vivo y resucitado; vivir en Él, como hombres nuevos.

 

En esa medida se irá dando también esa transformación gloriosa y cuando llegue nuestro último día en esta tierra de paso, podremos susurrar: “Voy a mi tierra, voy a casa, donde realmente pertenezco y he anhelado estar toda mi vida”. Amén.

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Miguel Angel Cortes 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

Lucas 9, 28b-36

 

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo.

Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.