REFLEXIONES

Abril 20 de 2025 Domingo de Pascua La Resurrección del Señor Ciclo C

Lecturas del día

  • Hechos 10, 34a. 37-43
  • Salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23
  • Colosenses 3, 1-4
  • Juan 20, 1-9

¡Aleluya, Aleluya, Aleluya! ¡Una muy feliz Pascua!

El misterio que hoy celebramos es uno de los más importantes de todo el año litúrgico; por eso esta semana se le llama la octava de Pascua, porque es la celebración durante toda la semana como si fuera un solo día. Tenemos además las siete semanas del tiempo pascual en el que la Iglesia nos presenta todo el itinerario bíblico para leer, meditar, contemplar, orar, celebrar y vivir el misterio de la Resurrección de Jesús de Nazareth.

Cuando vivimos algo doloroso e inesperado en la vida necesitamos tiempo para asimilarlo, aceptarlo, entenderlo y seguir adelante; guardando lógicamente las distancias y proporciones, así mismo los discípulos necesitaron la misma dinámica para completar el rompecabezas de todo lo que habían vivido y finalmente entender y dar el paso de la fe, creer.

 

Solamente un detalle del Evangelio de hoy, “Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”. Otros textos narran que entonces se les abrieron los ojos, es decir, vieron, pero no físicamente; es otro “ver”, es descubrir, concluir, caer en cuenta, creer. Normalmente encontramos la alusión a la Escritura, porque sin ella no es posible la fe, al menos una fe que realmente transforme la vida del creyente en un camino de salvación.

 

Un significado de la Pascua es el paso de Dios; al igual que hirió a los primogenitos de Egipto y se produjo la liberación de su pueblo de la esclavitud, Dios pasó por el sepulcro de Cristo, lo resucitó y con ello lo liberó de la muerte y aniquiló su poder para siempre.

 

Dios también quiere pasar por nuestra vida, un paso que redime, transforma, restablece a la vida en verdad. Pero este pasar de Dios por nuestra vida solo se da en la medida que abrimos nuestro corazón a su Palabra y respondemos a la llamada de su seguimiento. Solamente cuando hacemos un camino de fe, es cuando también cada uno podemos “ver y creer”.

 

Sea la Pascua parte de la inabarcable esperanza que Dios nos ha regalado en su Hijo Jesucristo; porque Él resucitó es que en la vida del creyente no existen los fracasos; quizás el mundo observa y diga “fracasó”, pero en un camino de fe en Jesucristo vivo y resucitado los fracasos no existen.

 

Les deseo un muy feliz paso de Dios por su vida, un feliz paso de Dios por su corazón y que esa presencia transforme todo escenario de muerte en vida plena y verdadera que Él nos regala. Amén.

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Miguel Angel Cortes 

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

Juan 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.