Desafortunadamente, muchas veces se piensa en Dios cómo un mago que puede resolver las cosas con un chasquido de dedos, y peor aún, de acuerdo a nuestros escasos y pequeños pensamientos. Esta es una visión no solo bastante alejada sino errónea del Dios bíblico, de su manera de crear, de guiar la historia, de salvar.

Hoy podemos meditar las lecturas de la siguiente manera:

1. Jesús, durante la última cena, según el evangelio de San Juan, nos deja el mandamiento del amor. ¡Qué difícil es amar! ¡Cuántas veces pensamos que amamos pero realmente estamos siendo egoístas, tentados y caemos! Jesús nos regala el mandamiento nuevo: “que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos”.

2. En la 1ª. lectura se nos narra el comienzo básico de la Iglesia con elementos como la fe, tribulaciones, Reino de Dios, presbíteros (se instituye una incipiente autoridad), oraciones, ayunos; la predicación, la misión, una comunidad; “lo que había hecho Dios por medio de ellos” y cómo les había abierto a los paganos las puertas de la fe.

3. En la 2ª. lectura nos presenta la hermosísima imagen del Apocalipsis en donde Dios mismo apacienta a su pueblo; y el mar, signo de realidades maléficas y caos, ya no existe; luego la frase que nos declara el estado final del universo como consecuencia de la Resurrección, la victoria definitiva de Cristo: “Yo hago nuevas todas las cosas”.

Es un proceso, un proyecto que Dios quiere realizar fundamentalmente en cada ser humano, en cada corazón, con una expansión progresiva en y hacia la humanidad como lo ha sido el famoso “Big bang” o la “gran explosión” del origen del universo, una expansión que continúa sin límites.

Es el poder del Amor, por el cual Jesucristo Resucitó de entre los muertos, es el poder del amor que hace nuevas todas las cosas, todas nuestras realidades, todas nuestras circunstancias, todas nuestras relaciones, es el poder del amor que todo lo redime, todo lo sana, todo lo salva. Nunca lo olvidemos, se requiere la respuesta del hombre en un camino de fe y de apertura a Dios, a su Hijo Jesucristo, su Palabra, su Reino. Amén.

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Miguel Angel Cortes