REFLEXIONES
Julio 6 de 2025 XIV Domingo Ordinario Ciclo C
Lecturas del día
- Isaίas 66, 10-14.
- Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a, 16 y 20.
- Gálatas 6, 14-18.
- Lucas 10, 1-12. 17-20.
Saludo fraterno, familia y amigos.
En ocasiones, pensamos que las realidades que nos presenta la revelación de Dios a los hombres son realidades materiales que se han quedado en el pasado y que poco tienen que ver con nuestra vida actual y menos con el futuro.
Con bastante frecuencia, se espiritualiza el concepto “salvación” y esto nos ayuda a entender más profundamente el misterio de la redención para los hombres que hacen un camino de respuesta a su amor.
La tierra prometida, fue un concepto real, material, que se fue espiritualizando más y más, hasta el concepto que podemos entender hoy. Jerusalén, la ciudad santa, es figura hoy en la primera lectura de la salvación abundante y plena con la que Dios quiere saciar a los hombres.
Al contemplar el Evangelio de hoy, vemos una imagen de la salvación que está actuando, real, operante en medio del tiempo y de la historia. Jesús envía a sus discípulos con una misión y las directrices para ello; después regresan con una alegría inmensa, ya que “hasta los demonios se nos someten en tu nombre”; aunque Jesús les invita a que esa no sea su alegría sino el hecho de que “sus nombres están escritos en el cielo”.
La acción de los discípulos nos presenta el cumplimiento de la primera lectura, Dios consuela al hombre, a la humanidad con su salvación, con su amor, en su Hijo Jesucristo. La ciudad santa descrita en la primera lectura, es la ciudad plenificada y mostrada también en el libro del Apocalipsis; pero una de estas realidades que hacen parte de ella, la salvación, llega a los hombres, a la humanidad, precisamente a través del hombre, los discípulos, los obreros de la cosecha; no es una realidad que obra Dios de una manera mágica, no, sino que es la obra de Dios, dada, regalada a los hombres y que espera de él su participación.
Dios nos conceda la gracia de:
- Escuchar y acoger su Palabra.
- Ponernos en camino de la salvación que Él nos ofrece.
- Ser también los portavoces y testigos de su salvación que actúa en nuestra vida.
Mirar siempre el futuro con inmensa esperanza, porque la salvación que Él nos brinda es un camino hacia la plenitud, donde el dolor, las lágrimas, el sufrimiento, la muerte, ni existen ni tienen la última palabra. Amén.
* * * * * * * * * * * *
Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 10, 1-12. 17-20
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.