REFLEXIONES

Julio 13 de 2025 XV Domingo Ordinario Ciclo C

Lecturas del día

  • Deuteronomio 30, 10-14.
  • Salmo 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37.
  • Colosenses 1, 15-20.
  • Lucas 10, 25-37

Saludo fraterno, familia y amigos.

Las lecturas de este domingo nos presentan la hermosa dimensión de la ley de Dios que no es algo inalcanzable (1ª. lectura) sino que Él mismo la ha escrito en nuestros corazones y a su vez, ha venido a los hombres (Encarnación-Epifanía) para mostrarnos el camino al que nos invita.

 

En el Evangelio de hoy, un doctor de la ley le pregunta a Jesús, pero no con recta intención, sino “para ponerlo a prueba”, “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Pero este doctor de la ley, luego de su interlocución con Jesús, “para justificarse”, le pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”

 

Rápidamente.

 

Jesús habla de un hombre, que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó. Un hombre; sin etiquetas de ninguna clase: color, religión, ideas políticas, con dinero o no, con familia o no. Un hombre. Un ser humano. Basta. Este hombre es víctima de un atraco a mano armada, lo despojan de sus pertenencias y lo dejan medio muerto.

 

Los primeros dos personajes que pasan por su lado, eran hombres religiosos, conocedores de la ley, obraron bien, bajo los parámetros de su conciencia: no podían tener contacto con sangre bajo pena de quedar impuros para el culto a Dios. Obraron bien, a la luz de su conciencia.

 

Luego, pasa un samaritano. Los samaritanos no eran bien vistos por los judíos y mucho menos por los cumplidores de la ley, pues no los miraban como judíos realmente; aceptaban el Pentateuco, los libros de la ley, creían en Dios y de raíces judías pero vistos con animadversión.

 

Este samaritano hace lo que está a su alcance para aliviar al hombre caído en desgracia. No se pone a pensar en la ley o en el quedar impuro, etc., sino que vive y obra el amor que se hace solidaridad, compasión, servicio frente al hombre en necesidad.

 

Jesús nos lo ha enseñado en otros textos del Evangelio: no es el hombre para la ley sino la ley para el hombre. Para Jesús, lo más importante es el amor traducido en acciones concretas en favor del necesitado, el amor está por encima de la ley y la ley debe estar al servicio del amor.

 

Pidamos la gracia del Espíritu, para que en nuestra vida diaria sepamos discernir nuestras acciones en el amor a favor del caído, del que está en necesidad. Jesús nos indica que es el hombre, sin etiquetas. En la primera pregunta nos dice: “si haces eso, vivirás”; y en la segunda: “Anda y haz tú lo mismo”. Amén.

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Miguel Angel Cortes

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

Lucas 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”.

El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.