REFLEXIONES
Octubre 27 de 2024 XXX Domingo del Tiempo Ordinario (T.O.) Ciclo B
Saludo fraterno, familia y amigos.
El texto del Evangelio nos presenta una gran catequesis sobre lo que significa el discipulado, el seguimiento de Cristo. Analicemos detalles de Bartimeo:
- Está sentado; una actitud de pasividad, de esperar, de inactividad.
- Al borde del camino; podemos ver esto como un signo de auto-marginación.
- Pidiendo limosna; es un hombre que vive de los demás.
Bartimeo seguramente escuchó la multitud, se entera que era Jesús y empieza a gritar; pero en su grito hay una confesión de fe: “Hijo de David”; es decir, está confesando a Jesús como el esperado, el Mesías; le pide que tenga compasión de él.
Es curioso cómo la multitud en un primer momento lo regaña para que se calle pero después le animan a que se levante porque Jesús lo llama. Ante la pregunta de Jesús, la respuesta parecería obvia, pero no es así, recordemos que vivía sentado pidiendo limosna, pero no le pide a Jesús nada material, sino “…que pueda ver”.
Siempre un milagro en el Evangelio depende de la fe de quien pide y en este caso no es la excepción.
A continuación de la respuesta de Jesús: “Anda, tu fe te ha curado”, Bartimeo, “al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”.
Bartimeo, a partir del momento que Jesús lo llama, su vida se transforma radicalmente:
- Deja atrás su pasividad, el estar sentado; se levanta.
- Abandona la seguridad de su manto.
- Se acerca a Jesús.
- Ya no está auto-excluido al borde del camino, sino que ahora sigue a Jesús por el camino. Recordemos que la expresión “el camino” fue la manera como en los primeros momentos de la Iglesia se le llamaba a quienes seguian a Jesús (Cfr. Hechos 19,23; 22,4; 24,22).
- Bartimeo no vivirá más “de” los demás, ahora vivirá “para” los demás. Ve con claridad lo que significa seguir a Jesús, su Palabra y el dar la vida.
El seguir a Jesús es una realidad integral, inabarcable para la vida del hombre, de la familia, de la sociedad; muchas veces pienso en la mención de Jesús que “la mies es mucha”, porque es una tarea que nunca podremos decir la hemos terminado; pero el ser inabarcable no indica que nos sentemos al borde del camino, de la sociedad, de lo que sucede, como simples observadores. El camino de Jesús, su Evangelio, significa redención, salvación plena, trascendente, integración, un llamado a la plenitud de lo que debe ser cada ser humano en todas sus dimensiones.
Pidamos siempre a Jesús la gracia de poder ver, pero este ver es algo que va más allá de lo físico, ver como Él ve, desde su Evangelio, desde su redención, para que también nosotros nos levantemos, abandonemos nuestras pasividades y seguridades que creamos tener y le sigamos por el camino de su Evangelio, trabajando permanentemente por su Reino, en nuestro corazón y en la realidad que vivamos. Amén.
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Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.