REFLEXIONES
Agosto 24 de 2025 Domingo XXI Tiempo Ordinario Ciclo C
Lecturas del día
- Isaίas 66, 18-21.
- Salmo 116, 1. 2.
- Hebreos 12, 5-7. 11-13.
- Lucas 13, 22-30.
Saludo fraterno, familia y amigos.
El capítulo 11 del Génesis nos muestra la imagen del fracaso del hombre en su pretensión de hacerse famoso, pues Dios confunde su lenguaje y “los dispersó por toda la superficie” (Gn 11, 9). Es otra ruptura y sus consecuencias que los primeros capítulos nos presentan en torno al tema de la creación. Ruptura consecuencia del orgullo en el hombre, herido por el pecado.
La primera lectura de este domingo hace el anuncio precisamente de la salvación, significada en esa reunión de “las naciones de toda lengua” que “vendrán para ver mi gloria”; pero además, “de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones”, es decir, nuevos portavoces saldrán con el anuncio de la salvación, que es para todos los pueblos. El anuncio de esa reunificación de la humanidad, tendrá las primicias de su cumplimiento, precisamente en el regalo del Espíritu, en donde Dios une a los más diversos pueblos en la confesión de una misma fe (cfr. Prefacio de Pentecostés).
En el Evangelio alguien le hace la pregunta a Jesús, que permanece en el corazón del hombre, y es la pregunta por el fin de todo, por la salvación: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?” Sabemos que tenemos la tentación de limitar la salvación a una pertenencia, bien sea a un pueblo, una confesión religiosa, a un cumplimiento de normas y al mérito. Jesús no resuelve la pregunta en el modo esperado, sino que hace la invitación a caminar, luchar, esforzarnos por la salvación sin presupuestos, sin medallas en el pecho, sin vanaglorias de ninguna clase.
En ese camino de fe podemos enmarcar la segunda lectura, en donde se habla del “castigo” de Dios, que como Padre corrige a sus hijos. Pero podemos pensar en dos cosas: si Dios es amor, ¿por qué castiga? La segunda es el conocido refrán: “Dios no castiga ni con palo, ni con rejo”. Yo pienso que cuando presentamos a Dios nuestro corazón y nos atrevemos a leer nuestra historia bajo la luz de la fe, vemos entonces que cada acontecimiento nos ha llevado a una mayor cercania a Dios, cada situación nos ha enseñado algo para crecer en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Esa “reprensión” de Dios no es sino en el amor, en un camino cuyo objetivo es la santidad, la trascendencia, la salvación en nuestro paso por el mundo y que se plenifica en la eternidad.
La salvación está en curso, la invitación esta hecha, la gracia es dada, la puerta permanece abierta; es estrecha, el ingreso no depende de un “compartir” la mesa con el Señor, ni depende de lazos de sangre o de pueblo, depende de la actitud del corazón hacia Dios, un corazón abierto, humilde, sencillo, pobre, sin pretensiones de ninguna clase. Es por eso que en nuestra oración jamás podríamos argumentar: “Somos los mas dignos”, Nooo!! al contrario “te necesitamos más que todo en el mundo”. No es sin razón que el comienzo de un camino de fe en Cristo es reconocerme que soy un pecador perdonado, necesitado de tu misericordia y amor, más que todo en el mundo. Amén.
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Miguel Angel Cortes
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’.
Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.
Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.